Plagas urbanas
La proliferación de diversas especies de insectos, roedores, hongos, bacterias o malas hierbas puede conllevar diversos problemas en las ciudades. Algunos de estos seres actúan como vectores que transmiten enfermedades, causan alergias, picaduras, etc.
Su impacto medioambiental también puede ser grave. Además de posibles daños materiales tanto en espacios naturales como en viviendas e instalaciones industriales, su acoso puede provocar la desaparición de la fauna y la flora autóctonas.
Si estos seres encuentran las condiciones medioambientales y de alimento adecuadas, la expansión de la plaga está garantizada: los vertederos incontrolados, las basuras acumuladas o el alcantarillado en mal estado son el paraíso de las plagas urbanas.
En los últimos años, fenómenos como el cambio climático, la globalización o la intensificación del transporte internacional de mercancías contribuyen a su expansión, según ANECPLA, que representa a la mayoría de empresas de este sector.
Una especie que ha agradecido estos últimos años de inviernos más suaves es la cucaracha americana. De mayor tamaño y más común en las zonas templadas, empieza a verse cada vez más en zonas del interior peninsular e incluso en fechas próximas al invierno.
Las chinches son una de las nuevas plagas que cobran cada vez más importancia.
En muchos casos, aseguran los profesionales de control de plagas, el problema no es la falta de higiene, y cualquier ciudadano puede estar expuesto a una de estas plagas. La detección de especies como el mosquito tigre o la cucaracha americana no está relacionado con la limpieza, sino que es un problema de cierre de saneamientos.
Los sistemas para evitar y controlar una plaga urbana son diversos. En primer lugar, la prevención pasa por una buena limpieza y saneamiento, de manera que se eliminen los lugares que pueden servir a las plagas para su desarrollo. La instalación de barreras físicas como tapar grietas y agujeros, mosquiteras, etc., contribuye a dificultar la expansión de las mismas. También se pueden utilizar diversos métodos activos para combatir a una plaga urbana: físicos y mecánicos, como elevar la temperatura, utilizar luz ultravioleta, sonido, etc., químicos, que utilizan biocidas, y ecológicos, que recurren a enemigos naturales de los organismos-plaga para impedir o reducir los daños ocasionados.
En cualquier caso, dados los efectos negativos de los productos químicos, se recomienda optar por ellos solo si el resto de medidas indicadas no son suficientes para controlar la plaga. En este caso, las empresas que se encarguen de ello deberán estar inscritas en el Registro de Establecimientos y Servicios Plaguicidas y los productos que utilicen en el Registro de Plaguicidas de la Dirección de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Consumo.