Crecen las plagas urbanas, otra consecuencia de la crisis
La mala situación económica trae consigo una disminución de los tratamientos preventivos, a lo que hay que añadir un aumento del número de solares vacíos y, en algunos casos, una menor actividad de los servicios municipales de limpieza. También el cambio climático, con inviernos cada vez más templados, y el mayor tráfico internacional de mercancías contribuyen a la expansión de especies en las ciudades. Las plagas urbanas no solo acarrean graves molestias sino que tienen importantes consecuencias en la salud pública, ya que son transmisoras de enfermedades, y pueden generar, además, problemas psicológicos.
Ratas y cucarachas son las protagonistas indiscutibles de las principales plagas que se dan en las ciudades, fundamentalmente porque viven de los detritus urbanos. Los roedores son portadores de enfermedades, tanto si muerden como si contaminan los alimentos a través de la orina o al roerlos: hantavirus, fiebre hemorrágica, toxoplasmosis y ántrax son algunas de ellas. Las cucarachas, aunque no nos van a morder, sí pueden contagiarnos enfermedades. Su paso sobre alimentos y utensilios de cocina los contamina y es el origen de salmonelosis, hepatitis, gastroenteritis o disentería. Además, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se asocian a casos de asma.
La responsable de ANECPLA explica que hay un parámetro que se denomina «nivel de tolerancia», es decir, el número de individuos de una especie que se pueden tolerar en un determinado lugar. Para las ratas, el umbral de tolerancia fuera del sistema de alcantarillado siempre tiene que ser cero, mientras que en las cucarachas no siempre es así.
También las garrapatas transmiten enfermedades y, aunque estamos poco acostumbrados a identificar este artrópodo, hay que ser conscientes de que existen, por lo que hay que estar alertas, especialmente cuando se tienen animales domésticos, como perros.